Assisi es un lugar que genera conflicto en mí, porque es muy lindo, pero encuentro que un poco antifranciscano. Pero este viaje tuvo dos cosas especiales: se nos unió la Kika, con quien ya me había encontrado en Schoenstatt, y fuimos a un lugar un poco más lejos de los lugares típicos, y como nos dijo el dueño del hotel: en la catedral está el cuerpo de San Francisco pero en el Eremo delle Carceri está el alma.
Fue una visita bien llovida, lo primero que hicimos fue ir a la Basílica de Santa Clara, ésta fue construida en el s. XII y acá está la tumba de Santa Clara y el crucifijo que habló a San Francisco: “Ve, y repara mi casa, que como ves amenaza ruina”. Éste antes estaba en San Damián, pero cuando las Clarisas se transfirieron a la ciudad se lo llevaron con ellas. Además hay varias reliquias.

Después caminamos un poco por el pueblo, tratamos de ir a la Iglesia Nueva, que fue edificada donde estaba anteriormente la casa paterna del San Francisco, pero la estaban cerrando por lo que sólo alcanzamos a ver donde su papá lo encerró cuando empezó con su conversión. Ahí cachamos que estaba atardeciendo y se veían a lo lejos unos colores cuáticos, así que con la Kika corrimos a ver el atardecer a un lugar más alto (menos mal había bajado la intensidad de la lluvia un poco) y lo logramos! Después de la corrida fue un momento tan calmo y lindo que valió la pena.
Al día siguiente seguimos nuestro recorrido y fuimos a la Basílica de San Francisco, que también es del s.XII y es una doble basílica en verdad. Acá podemos encontrar obras preciosas y muy importantes, la tumba de San Francisco, y muchos peregrinos. A pesar de ser un templo grande, lograron una sencillez que no era común para la época, o por lo menos es bastante más sencilla que las otras iglesias.
Después de eso hicimos un poco de shopping y partimos al Eremo delle Carceri, queda como a 5 km del pueblo en el Monte Subasio. Es de mis lugares favoritos en Assisi, porque realmente puedes sentir la naturaleza y puedes lograr una mejor conexión con lo Divino. Acá es donde San Francisco se aislaba para rezar y contemplar la naturaleza. Tiene un claustro, una pequeña capilla, oratorio, además de un bello parque con distintas grutas, nombradas según los primeros compañeros del: Fray Bernardo, Fray Silvestre, Fray Rufino y Fray Maseo, junto con las del beato Andrés de Spello y fray León. Lamentablemente andábamos con el tiempo medio justo, pero es un lugar para perderse medio día por lo menos.

Nuestra última parada antes de partir a Roma fue ir a ver la capilla de la Porziuncola. Esta capilla fue restaurada por San Francisco y hoy en día se encuentra dentro de la Basílica de Santa María de los Ángeles. Nuevamente me choca un poco tanta grandiosidad, más que nada porque al igual que el resto, lo siento fuera de la austeridad que caracterizaba a San Francisco. Esta fue edificada por voluntad de S. Pio V. Fue en la capilla que S. Francisco entendió su vocación y fundó la Orden de los Frailes Menores (1209) y en 1211 Santa Clara recibió el hábito franciscano, iniciando la Orden de las Damas Pobres (Clarisas). En el interior de la Porziuncola se puede sentir y ver la austeridad franciscana, es sencilla y te invita a la oración. Me recordó un poco a nuestro Santuario de Schoenstatt. También dentro de la basílica se pueden encontrar varias capillas y rincones: la Capilla del tránsito, que era la antigua enfermería del convento; acá fue donde San Francisco pasó los últimos días de su vida y murió. El jardín de las rosas, donde se encuentra el rosal sin espinas, la capilla de las rosas, la capilla del llanto, hasta un museo. (Ojo que las basílicas acá cierran a la hora de almuerzo).
Y así nos vamos acercando al fin del viaje con mis papás. Assisi me gustó harto porque pude ver un lado nuevo y el poder compartir con la Kika fue genial. En Santiago vivimos en el mismo edificio, pero por distintas razones nunca coincidimos, fue un reencuentro muy lindo!

Margarita, gracias por recordarme esos días en Assisi y por la «sabrozura » de tu relato.
Con mucho afecto y cariño,
Jaime