Y siguiendo con mis aventuras de Noviembre, pasamos a uno de los últimos destinos de Marruecos: Chefchaouen. Llegamos a esta ciudad con un espíritu más alegre del que teníamos cuando llegamos a Fes, igual era más o menos tarde y teníamos que encontrar donde alojar! Después de recorrer y caminarnos toda la medina, logramos negociar un buen precio! Esa noche al final no hicimos nada.
La ciudad azul
Ya la primera impresión de Chaouen fue buenísima, un pueblo que parecía tranquilo y con una energía distinta. Se notaba distinto a las otras ciudades, y no lo sentí tan caótico. Quizás porque nuestro espíritu quedó más calmado después de la intensidad de Fes, o quizás el hecho que esté todo pintado de azul hizo que son sintamos más relajadas.
Al día siguiente salimos a recorrer la medina, perdernos por ahí, nos recomendaron unas cascadas, pero estaban un poco secas, de ahí nos fuimos de regreso al hotel y fue perfecto, porque apenas llegamos se largo a llover. Aprovechamos ese encierro para decidir que íbamos a hacer después, nos recomendaron varios lugares cerca del pueblo para ir, que se veían muy lindos, pero también revisamos el tiempo para los días que venían: mucha lluvia! En todo Marruecos, así que al final nos decidimos por partir a Tánger y de ahí cruzar a España.
Al final no paró de llover, así que al día siguiente partimos temprano a buscar bus para Tánger, aquí sólo pasamos la noche, ni siquiera entramos a la Medina, sino que buscamos un hotel cerca del puerto. La costanera me recordó un poco de nuestra costa. Debo comentar que el hotel que elegimos tenía toda la pinta de haber sido un hotel muy bueno en el pasado, pero que se quedó pegado. A las dos nos dio la impresión de haber viajado por el tiempo a la época del Tiempo entre Costuras (libro de María Dueñas, muy bueno, que narra la vida de una española en Marruecos).
Llegamos a Fes de madrugada, todavía estaba oscuro, así que le hicimos caso a lo que nos dijeron todos: váyanse a la estación de trenes hasta que salga el sol. Estábamos agotadas después de viajar toda la noche, así que nuestro nivel de tolerancia estaba bastante bajo. Y como he escrito antes, Marruecos no es un país peligroso, sino que un poco agotador.
Después de recorrer un par de lugares en la Medina, encontramos un hotel, el dueño era un marroquí muy divertido, parecía volado permanentemente y a todo respondía “No pasa naaaada”.
La puerta azul y techos de Fes
Cómo estábamos agotadas, lo primero que hicimos fue buscar un lugar donde hacernos un masaje; al final optamos por un hotel tipo boutique súper pituco y patudamente preguntamos si podíamos ver el hotel y aceptaron así que tuvimos un tour privado. El hotel estaba en un Riad muy lujoso, y cada pieza tenía un tema y color asignado. Después de mostrarnos el hotel nos dieron té y dulces marroquíes, así que genial. Dejamos hora pedida para la noche y salimos a recorrer la Medina.
Las husas sacandole fotos al hotel!
Cómo no son muchas las medinas que conozco la puedo comparar sólo con la de Marrakech, ésta me pareció con calles más estrechas y quizás fue por el cansancio, pero sentí a los vendedores más cargosos que los de Marrakech. De todas maneras los colores y lo que se veía era muy interesante: vendedores (de todo!!), como no se permiten autos dentro de la medina, cada cierto rato teníamos que corrernos para que puedan pasar unos carros tirados por burros.
La medina y sus colores
Una de las grandes atracciones de Fes son las curtidurías, no estoy segura si esa es la palabra correcta en español, pero en inglés sería Tannery, que es donde tiñen el cuero. Los colores que se ven son muy lindos, generalmente el olor que hay es muy fuerte, pero tuvimos suerte de tener un día nublado y no tan caluroso!!
La Curtiduria
Después de seguir recorriendo teníamos ganas de comer comida mas occidental, así que ahí estábamos en un restaurant tratando de explicarles que yo quería un arroz con huevo frito y la Fran una ensalada de lechuga, nos fueron a preguntar por lo menos 3 veces como queríamos la comida y cuando la llevaron a la mesa, se quedaron mirando cómo nos comíamos esas cosas tan raras!
Al día siguiente decidimos irnos de Fes hacia Chefchaouen, así que sacamos pasaje para la tarde. Todavía teníamos varias horas libres antes de nuestro bus, así que aprovechamos de ir a conocer el barrio judío, no sé si fue porque era viernes (los viernes son como feriados allá) o qué, pero no nos gustó mucho. Lo que sí nos gustó fue un parque que tuvimos que cruzar, lleno de árboles, fuentes, además el día estaba muy lindo.
Y bueno, esa fue nuestra pasada express por Fes, y ahora al siguiente destino: el pueblo azul.
Decidir si hacíamos el paseo al desierto y con quien fue trabajo de una tarde, pero finalmente nos decidimos por Lahcen, el es un Bereber que hasta los 8 o 12 años (no me acuerdo mucho), vivió en el desierto. Habla español y le encanta su país, por lo que fue genial! (http://www.moroccosahara4x4.com/es/).
Con Lahcen
Como hicimos todo con tan poca anticipación (una tarde antes), nos unimos a un grupo de estudiantes de intercambio, en su mayoría mexicanos y brasieños estudiando en España, junto a otros dos minigrupos. Partimos desde Marrakech hacia Ourzazate haciendo distintas paradas en el camino, la que más me gustó fue Ait Ben Haddou y su Kasbah (Castillos del desierto). Hoy en día no vive nadie en ese kasbah, declarado patrimonio de la humanidad por UNESCO. Si ven las fotos, les va a parecer conocido: acá han rodado películas y series como Gladiador, Sahara, La joya del Nilo, Game of Thrones, entre muchos más. Los paisajes que vimos eran preciosos.
Ait Ben Haddou
Al día siguiente madrugamos y nos separamos del grupo grande y seguimos con tres mexicanas que tenían que regresar al día siguiente a España: Ixchel, Laila y Betsy. Fue entretenido, pero un poco intensa, pasamos por miles de lugares: Valle del Dades, Gargantas del Todra, Rosedal de algo y terminamos en Merzouga, donde pasaríamos la noche en el desierto. Después de ese intenso día venía lo mejor: el desierto!
Mas colores de Marruecos
Llegamos al hostal de Lahcen y partimos a nuestros dromedarios (los camellos son los que tienen dos jorobas en la espalda). Me habían advertido que era terrible andar sobre uno de estos animales, pero no lo encontré para nada de atroz, mientras íbamos camino a nuestro campamento comenzó el atardecer y fue muy lindo!! Una vez que llegamos, nos pusimos a hacer sandboard hasta que la cena estuvo lista. Fue muy entretenido y obvio que me caí de demasiado.
Atardecer en el desierto
Tuvimos demasiada suerte, porque esa noche la luna estaba llena e iluminaba el desierto. Después de comida las chicas mexicanas se tenían que ir y nos quedamos con la Fran y Lahcen, hicimos una fogata donde Lahcen nos contó un poco más de su vida. Subimos unas dunas y la vista del desierto con la luna llena era cuática. No saqué ninguna foto por miedo a que la arena entrara a la cámara, así a usar la imaginación!
Paseando en dromedarios
Al día siguiente nos levantamos temprano y partimos de regreso al hostal en los dromedarios, donde nos reencontramos con el otro grupo para el desayuno, recorrimos el pueblo, Lahcen nos invitó a tomar té a su casa y vimos un show de tambores típico. Y bueno llegó el minuto de tomar la decisión de que hacer: podíamos ir nuevamente al desierto con los otros chicos (pero esta vez caminando) o bien seguir nuestro rumbo a Fes o hacia la costa. Al final nos decidimos por seguir hacia Fes, principalmente porque en el resto de Marruecos había anunciado lluvia y encontramos que ese día estaba más frío que el anterior y que corría mucho mas viento, parece que a los chicos les tocó una mini tormenta de arena.
Después de despedirnos de todos, el hermano de Lahcen, Bareck, nos llevó a un pueblo cercano para tomar el bus a Fes: Erfoud. En ese pueblo se hace anualmente una feria del dátil y había sido justo la semana anterior, según nos contó un local. Mientras esperábamos el bus conversamos con un señor que estaba a cargo de una tienda, y a pesar que le dijimos que no compraríamos nada nos invitó una taza de té y nos contó su historia, fue interesante y entretenido.
Puedo decir que en los 5 meses que llevaba viajando nunca tuve miedo de nada ni de nadie… hasta Marrakech. Voy a aclarar que al día siguiente se nos pasó todo el susto y hasta nos reíamos porque no eran para asustarse las calles. Bueno acá va la historia:
Llegamos al aeropuerto de noche, por lo que el bus público ya no estaba funcionando y para irse al centro de la ciudad la única opción era taxi. Nos habían dicho cuanto nos debería salir más o menos un taxi pero no nos dijeron que existía una “tarifa nocturna”, en la que se agrega el 50%, así que nosotras peleando con el taxista para que use taxímetro o bien nos cobrara lo que nos habían dicho. El problema es que había solo una “marca” de taxis de en el aeropuerto así que no nos fue tan bien, al final aceptaron llevarnos por menos, pero no nos dejaron donde queríamos (nuestro hostal quedaba en la medina, que es la parte antigua de la ciudad por lo que es peatonal), así que nos dejó en una de las primeras entradas, que no era la más cerca. Y justo cuando nos bajamos mágicamente apareció un chico que podía decirnos como llegar, no nos quedó otra, porque el taxista se fue y nosotras estábamos sin internet ni nada y las medinas pueden ser bastante laberínticas. Así partimos muertas de susto a seguir a este hombre, que resultó ser buena onda aunque un poco patudo para pedir la propina, en esos momentos pensé: “hasta aquí llegamos”, pero nos dejó en la puerta del hostal. Después de instalarnos salimos a recorrer un poco y dimos vuelta por la plaza principal de la medina. Se me había olvidado contarles, que camino al centro nuestro súper taxista atropelló un perrito o gatito, ya no me acuerdo mucho pero fue terrible!!
Recorriendo Marrakech
Al día siguiente fue todo mucho mejor, lo que parecía oscuro y feo resultó ser lindo y distinto, así que comenzamos a recorrer Marrakech con otros ojos más positivos. Al primer lugar que fuimos fue la plaza D’Jemaa El-Fna y desde ahí nos perdimos en la parte antigua: entre mezquitas y Souks, que son los mercados típicos. En una de esas perdidas conocimos a Moustafa y Monsiff y tuvimos una conversación súper interesante con ellos, especialmente con Moustafa. Ambos son musulmanes, la diferencia que uno era estricto en todo y el otro era más flexible para algunas cosas (tragos, cigarro, relaciones antes del matrimonio). Intercambiamos ideas y con la Fran tratamos de preguntarle hartas cosas, como para entender un poco su religión y cultura.
Muchas teteras, Moustafa y los colores de Marruecos
Jardin Majorelle
Al día siguiente recorrimos la parte moderna de la ciudad y fuimos al Jardin Majorelle, un jardín hecho por un francés, Jacques Majorelle, y posteriormente comprado por Yves Saint Laurent. Un lugar lindo, pero en el que hay que pagar y creo que quizás hay otros jardines y parques más lindos en Marrakech que no tuve la oportunidad de conocer. Después de eso nos refugiamos en tiendas porque se largo a llover con todo! Así que un poco de vitrineo no estuvo mal.
Algo interesante de Marruecos es el te: generalmente si alguien te ofrece te es para ser un buen anfitrión y no te va a cobrar, incluso es de mala educación rechazarlo (ojo: lo toman ultra dulce allá). La primera noche que salimos a recorrer alguien nos invitó un té y nosotras cachando cero y todavía un poco espirituadas lo rechazamos. Al día siguiente conversando con la gente local nos explicaron que desde el punto de vista social demuestra cortesía y hospitalidad de parte del dueño de casa hacia el huésped.
Te verde con menta -«The menthe». Licensed under CC BY-SA 3.0
En cuanto a las comidas probamos dos de los principales platos, el tagine y una pastilla. El tagine es originalmente un plato Berber (gente originaria del desierto de Marruecos), y su nombre viene de la forma del plato en que es servido. Generalmente tiene trozos de carne, pescado o ave, además de verduras (papas, zanahoria, tomates, etc), todo esto acompañado de varios condimentos como jengibre, azafrán, canela, etc. Tradicionalmente se come con la mano y acompañado de pan (parecido al pan pita o indio, no el típico que comemos nosotros). La pastilla en cambio tiene su origen en Andalucía y los árabes de ahí lo traspasaron a Marruecos. Es más que nada una especie de pastel de carne, originalmente de pollo, que combina sabores dulces con salados: es una masa rellena de la carne elegida, quizás lo más similar que tenemos nosotros es una empanada.
Probando el tagine, tagines con especias y una pastilla
Me gustó este primer encuentro con la cultura marroquí, algo distinto a lo que había visto en Asia, otro tipo de cateteo, mucho más intenso a la hora de querer vender algo pero si te das el tiempo son gente muy buena onda. Todos mis nervios de viajar sola a ese país desaparecieron y me di cuenta que si eres mujer viajera, más que peligroso, es molestoso andar sola, porque son super insistentes y un poco patudos (si les das la pasada).